lunes, 15 de julio de 2013

Alain Minc habla sobre Cataluña y la deriva independentista (2 de 2)


Alain Minc, asesor político, economista, empresario y escritor francés, en una entrevista publicada en Ara:

[...] Publicó un artículo muy polémico contra el proceso [secesionista] de Cataluña en La Vanguardia titulado Un error fatal.

No era polémico, sino un artículo sensato.

Mucha gente lo consideró agresivo.

No era agresivo, me encanta Cataluña, me encanta Barcelona. Pero la idea de un suicidio colectivo me espanta.

¿El proceso hacia la independencia lo considera un suicidio colectivo?

Sí. Error fatal o suicidio colectivo, como decimos en francés, insisto y lo firmo.

En el artículo daba cinco motivos en contra de la independencia. El primero es que no cree en un Europa federal.

No hay nadie más federal que yo. Pero para existir dentro de una Europa federal hay que tener una cierta medida. España sería un actor importante dentro de una Europa federal, Cataluña sería un pequeño sello. Además, no la aceptarían. No es aceptable que un Estado miembro de la Unión Europea se desmantele contra su voluntad. No puede ser. Los catalanes [independentistas] sueñan. Han de entender que si Cataluña se independizara y España se opusiera a su entrada en la Unión Europea, no entraría. Si Cataluña se emancipa no veo a Madrid diciendo: “Presento la candidatura de Cataluña en Bruselas”.

¿Rajoy podría hacer como Cameron y autorizar un referendo?

Estamos hablando de una situación bien diferente, usted lo sabe perfectamente. No veo a los europeos ayudando al desmantelamiento de un gran Estado.

Ha dicho que Francia no ayudará a Cataluña.

No. Francia estima a Cataluña. Pienso que España debería de ser un Estado federal. Pero Francia no debilitará a España para ayudar a Cataluña a ser independiente.

¿Cree que la economía sería peor para Cataluña si fuera un Estado propio?

Evidentemente.

¿En plena era de los mercados globales?

Los mercados son mundiales, pero ¿usted cree que se puede conquistar el mundo desde Barcelona si no se está en España y, especialmente, si no se está en la Unión Europea? Es el provincianismo garantizado. ¿Cree que las grandes empresas irán a un país que tenga tantas dificultades? ¡Esto es soñar! ¡Es no conocer cómo funciona la economía!

[...] ¿Por qué dice que lo éramos? ¿Ya no somos [la parte más dinámica de la Península Ibérica]?

Actualmente, los inversores internacionales dudan antes de invertir en Cataluña, precisamente por culpa del irredentismo catalán. Imagine que usted es un inversor estadounidense o canadiense que quiere invertir en Europa y puede escoger entre Cataluña, Baviera, Holanda. Con el lío actual, ¿escogería Cataluña? Lo que no entienden los catalanes es que están jugando con cosas muy graves.

¿Tiene una explicación por qué está pasando esto ahora?

Porque, enfrentados a la crisis económica, en todo el mundo hay una reacción defensiva, de crispación. En Cataluña se manifiesta con el nacionalismo. En otros países se manifiesta con el populismo. Quiero decir que si España estuviera creciendo un 5% al año y Cataluña a un 7%, este asunto no existiría. La tendencia nacionalista sería la que ha sido tradicionalmente estos últimos 30 años.

¿Está diciendo que esto [de la secesión] es un sueño?

Una pesadilla. Si se confirmara lo que creéis [los nacionalistas], vuestro sueño sería vuestra pesadilla.

Alain Minc habla sobre Cataluña y la deriva independentista (1 de 2)


Alain Minc, asesor político, economista, empresario y escritor francés, en un artículo publicado en La Vanguardia:

Un error fatal

‘Pocos extranjeros hay más prohispánicos que yo y, entre ellos, menos aún que estén tan convencidos como lo estoy yo de que Cataluña ha sido el estímulo de España. Estímulo en materia de valores democráticos, de espíritu emprendedor, de apertura al mundo, de dinamismo cultural… De ahí mi incomprensión y mi pesar por el error fatal que se vislumbra en el horizonte.

[...] Nadie sabe si la Europa federal existirá algún día. Con sus veintisiete miembros, la Unión Europea y, con sus dieciséis miembros, la zona del euro son construcciones sui géneris que nada tienen en común con una federación y cuyo funcionamiento exige estados miembros tan fuertes como sea posible. Reconfiguradas con una multiplicidad de pequeños participantes, estas construcciones se necrosarían desde dentro.

Otra idea fatal: la convicción de que la Unión, con Francia a la cabeza, acogería de buen grado a una Cataluña independiente. Ya no estamos en los tiempos de la Guerra de Sucesión de 1700, con una Francia que soñaba con una España débil. Ocurre más bien lo contrario: a París le interesa una España fuerte para reforzar el arco mediterráneo de la Unión ante Berlín y su hinterland en Europa central. En cuanto a la propia Unión, sólo puede actuar como un freno para cualquier iniciativa de independencia por miedo a un efecto dominó de un país con problemas de unidad a otro, lo que la debilitaría dramáticamente.

Tercera idea falsa: una Cataluña emprendedora y extravertida encontraría mejor su lugar en la globalización que a través del Reino de España. He aquí una ilusión infantil. No son Israel o Singapur quienes lo desean. Las empresas de una Cataluña independiente no se beneficiarían de un mercado interior potente, ni de un sistema financiero de primer nivel mundial, ni de una incubadora de alta tecnología como es Israel. ¿Por qué los grandes actores económicos tomarían el camino de Barcelona después de un espasmo de semejante violencia? A sus ojos, Cataluña sería sinónimo de riesgos, y las medidas fiscales anunciadas en el marco del actual pacto de gobierno constituyen, desde esta perspectiva, el peor de los mensajes.

[...] Cuarta idea falsa: Cataluña se financiaría mejor en los mercados internacionales, ya que estaría libre de toda conexión fiscal con Madrid, y sería más rica.

Sin embargo, esto presupone tener un crecimiento fuerte que alimente sus presupuestos. ¿Cuál sería el motor de este crecimiento? Ni el mercado interno, ni la inversión extranjera. Si la economía catalana, ya sospechosa a los ojos del mundo, se estancara, no encontraría ningún recurso en los mercados y debería ir a mendigar ayuda, pero no a una Unión Europea de la que no formaría parte, sino a un Fondo Monetario Internacional que la trataría con rigor. Es una infantilidad creer que las dificultades actuales de financiación de Cataluña sólo se explican por un desequilibrio fiscal con Madrid.

Quinta idea falsa: la creencia en la irresistible voluntad popular, la idea de que, ante una victoria en un referendo, ninguna regla institucional se resiste. Es una visión muy robespierrana creer que la democracia se reduce al sufragio universal. En realidad, desde Montesquieu sabemos que el funcionamiento democrático impone a la vez el respeto del sufragio y la aceptación de reglas de derecho. Un referendo ganado unos puntos por encima de la mayoría no puede borrar los límites que establece la Constitución española, el veto de no pocos estados miembros, las reticencias de Bruselas…

[...] ¿Qué es un error fatal? Una decisión, a menudo tomada en periodos de crisis, que tiene carácter irreversible y cuyas consecuencias son incalculables. La independencia de Cataluña se ajustaría, sin duda, a esta definición’.