lunes, 8 de octubre de 2012

Cataluña, América y la Hispanidad (V)


Primera Compañía Franca de Voluntarios de Cataluña


En el siglo XVIII los viajes de investigación a las regiones de ultramar se multiplican y además amplían sus objetivos, de tal manera que hablar de Ilustración es relacionarla inexorablemente con viajes. España organizó su viaje de exploración al Pacífico y el Atlántico Sur en el navegante y explorador italiano Alejandro Malaspina.

LOS SOLDADOS DE NOOTKA: TROPAS COLONIALES ESPAÑOLAS EN CANADA A FINALES DEL SIGLO XVIII.

Cuando España estableció un puesto permanente en Nootka en 1790, envió allí una compañía de guarnición, la Primera Compañía franca de Voluntarios de Cataluña. Este fue el primer grupo relativamente importante de europeos que llegaba a la isla de Vancuver con el propósito de permanecer en ella durante más que una temporada. Militarmente hablando, esta unidad fue la primera apostada en lo que hoy es la Columbia Británica, y construyó la primera fortificación al estilo europeo -una batería de artillería- en lo que hoy es la costa canadiense del Pacífico.

El establecimiento de Nootka desencadenó una crisis que estuvo a punto de provocar una guerra entre Gran Bretaña, España y Francia. Afortunadamente, prevaleció la templanza. La solución diplomática a la crisis de Nootka, resuelta en Europa, preveía que la plaza debería evacuarse puesto que nadie deseaba ir a la guerra. Pero en el interin, los Voluntarios Catalanes sirvieron en Nootka durante varios años, luego remplazados por una escuadra de 19 hombres bajo el mando de un sargento de la Compañía de San Blas, que la evacuaron al retirarse finalmente en 1795.

LOS VOLUNTARIOS DE CATALUÑA.

Este cuerpo colonial se formó en abril de 1767, como una compañía independiente. Sus 4 oficiales, 4 sargentos, 2 tambores y 94 cabos y soldados fueron destacados del Segundo Regimiento de Voluntarios de Cataluña, en Barcelona. El Segundo regimiento metropolitano había sido reclutado cinco años antes en la montañosa provincia de Cataluña, al nordeste de España, vestido y equipado conforme al tradicional estilo de los Migueletes, unidades de infantería ligera de montaña. Como resultado, la nueva Compañía asumió las tradiciones del 2º Regimiento. Aunque formada en 1767, la colonial Compañía Franca de Voluntarios de Cataluña reclamaba su precedencia desde 1762, fecha de creación del 20 Regimiento, y llevaba el mismo uniforme azul con divisa amarilla y botones en plata. Hubo variaciones en algunos detalles, como se verá más abajo.

La nueva Compañía Independiente estaba originalmente prevista para servir en La Habana, pero se juzgó más urgente la necesidad de tropas en Nueva España y los Voluntarios Catalanes zarparon de Cádiz, a finales de abril, con destino a Méjico. Tras una escala en La Habana, desembarcaron en Veracruz en agosto y marcharon al interior del país. El cuerpo fue destinado a Tepic pero poco después sería empleado en la expedición de Sonora, donde encontraron a otra unidad colonial catalana: los Fusileros de Montaña.

En 1769, un destacamento de Voluntarios de Cataluña exploró la Alta California (actual estado de California, Estados Unidos), colaborando en la construcción de San Diego y Monterrey, y formó parte de la expedición que descubrió la Bahía de San Francisco en octubre del mismo año.

El 12 de noviembre de 1772 se enviaron instrucciones desde España para fusionar las dos unidades catalanas en un único cuerpo de dos compañías de Voluntarios de Cataluña. De acuerdo con ellas, las dos compañías fueron organizadas a principios de 1773, consistiendo cada una de 3 oficiales y 80 hombres. En adelante, la unidad fue definitivamente incluida entre las tropas coloniales regulares de Nueva España.

Guadalajara se convirtió en la base de las dos compañías catalanas, alternándose en el servicio de las provincias fronterizas hasta que una era relevada por la otra, mientras que la compañía que quedaba en Guadalajara aportaba pequeños destacamentos a San Blas y Real del Monte. Otros fueron enviados para la exploración de la Alta California junto a la caballería presidial. Las misiones se sucedían y, paulatinamente, los Voluntarios de Cataluña se convirtieron en una verdadera unidad colonial.

A finales de agosto de 1789, la primera compañía permanecía tranquilamente en Guadalajara cuando se recibieron órdenes de Ciudad de Méjico para que preparasen su marcha a la base naval de San Blas, con vistas a una expedición al Pacífico Norte. Mandaba la Primera Compañía el Capitán Pedro Alberni, que tenía algunos hombres enfermos y el equipo en deficiente estado para acometer tal expedición. Finalmente rehecha, a falta de un oficial que quedó enfermo, la compañía partió hacia San Blas el 2 de enero de 1790. El Capitán Alberni y su compañía embarcaron en la fragata Concepción, al mando del Teniente de navío Francisco Eliza, que zarpó el 3 de febrero hacia Nootka, junto con el San Carlos y la Princesa Real.

El 25 de marzo, la Concepción y el San Carlos anclaron en Nootka. Pronto desembarcaron 80 hombres que comenzaron a trabajar en la reparación y mejora de los barracones, empalizadas y plataformas de los cañones que había construido el Capitán Martínez el año anterior. Hacia mediados de abril, una batería de artillería dominaba la entrada a la Ensenada de Nootka desde una posición eminente. Se la llamó Batería de San Miguel. La Princesa Real permaneció anclada en la rada y, eventualmente, fue utilizada como batería flotante de apoyo a la de San Miguel. Estos trabajos defensivos eran relativamente modestos, como en todos los presidios españoles al norte de Méjico. Ninguno habría resistido el asedio de una fuerza europea bien equipada, más bien eran avanzadillas de la civilización en los confines del mundo conocido. La batería de Nootka habría podido oponerse a mercantes bien armados o, incluso, a una fragata. Realmente, era todo lo que se necesitaba ya que la probabilidad de encontrarse con grandes buques de línea en el Pacífico Norte era muy remota en aquella época.

Las fortificaciones fueron diligentemente mejoradas y, para el verano de 1792, los cañones de la batería de San Miguel estaban protegidos por troneras y también se había construido una nueva residencia de paredes encaladas para los oficiales, mucho más confortable. Un interesante aspecto de las fortificaciones de Nootka era la ausencia de defensas contra fuerzas de desembarco de posibles enemigos, o contra indios que atacaran por tierra. Claramente, el ataque terrestre no fue considerado como la mayor amenaza.

La estancia de la Compañía de Voluntarios Catalanes en Nootka -quizá uno de los puestos más desamparados del Imperio español- fue muy dura. La zona era de gran belleza escénica, pero ello debía ser de poco consuelo para unos hombres acostumbrados al cálido y soleado clima de Méjico mientras soportaban el frío, el viento y las lluvias invernales en la Isla de Vancuver. No todos se quedaron en Nootka, algunos fueron destinados para servir como marines a bordo de los veleros que partían de exploración mucho más al Norte. En 1791, 10 soldados fueron destacados para la expedición de Francisco Eliza a Mount Elias (Alaska). En 1792, un grupo de catalanes fue repartido en varios buques: 45 en la Princesa, 43 en la Virgen de Aranzazu, 40 en la Activa y 3 en la Mexicana. A pesar de las precauciones tomadas para el servicio en el Pacífico Norte, muchos perecieron de enfermedades y otros desertaron. En marzo de 1793, la compañía había quedado reducida a 59 soldados, frente a su máximo de 80. De ellos, solo había 14 en Nootka, los supervivientes de un crudo invierno que había causado muchas víctimas; los demás estaban a bordo de los buques de exploración. De todas formas, llegaron órdenes de reducir la guarnición de Nootka a 10 hombres, bajo el mando del Alférez Saavedra. En junio de 1794 fueron relevados por un contingente de 19 soldados, bajo el mando del Sargento segundo Virueta, destacados de la compañía de guarnición de la base naval de San Blas, en Méjico.

Así concluyó el periplo de servicio de los Voluntarios de Cataluña en lo que hoy es una parte de Canadá. La unidad fue destinada después en California y, más adelante, contra los insurgentes en Méjico. Allí recibió los elogios del Virrey Calleja por su buen historial de servicios, pero había perdido demasiados hombres y poco después de 1815, fue amalgamada entre otras unidades realistas.

El servicio de guarnición en Nootka de los 20 hombres de este cuerpo terminó el 23 de marzo de 1795. De acuerdo con las formalidades previstas por los comisionados hispano-británicos, las últimas tropas españolas embarcaron en la Activa y abandonaron el Estrecho de Nootka a sus originales dueños; el jefe Maquina y sus súbditos.

Cataluña, América y la Hispanidad (IV)


Joan Orpí





Joan Orpí, nacido en Piera (Barcelona), fue nombrado en 1631 capitán conquistador y gobernador de todo el territorio que ocupase en la Venezuela occidental por la Real Audiencia.

Tras cruzar un inmenso territorio plagado de las tribus más dispares, estableció en el Valle de Aragua un fuerte que denominó San Pedro Mártir. Desde allí soñó fundar la “Nueva Cataluña” y buscó un emplazamiento para establecer la capital. Finalmente, le concedió a uno de sus capitanes una planicie que le había sido adjudicada, Vicente Ferrer, y allí se erigió “Nueva Barcelona”. La nueva población se inauguró oficialmente el 19 de diciembre de 1637 y su cense recogía doscientas almas.

En 1638, Orpí retrocedió hacia las tierras de los palencos, antiguos enemigos, para fundar “Nueva Tarragona”. Su sueño era fundar una red de ciudades que emularan la vieja Cataluña. Pero la presencia de holandeses, que habían ocupado Curaçao, lo obligó a desviar sus fuerzas e impidió que su proyecto progresara. Aun así, en sus escritos solía firmar: “Juan Orpí, conquistador de la nueva Cathaluña”.

En 1645 moría y en 1671 su “Nueva Barcelona” fue trasladada a la ribera pasando a llamarse simplemente “Barcelona”.

El expolio de Pedralbes, modelo económico y social de la Cataluña nacionalista



Erase una ciudad llamada Barcelona en que los ricos pagaban más que los pobres. Los ricos, como es lógico, decían cansarse de tanto pobre siempre pidiendo y pidiendo mientras que no aportaban nada: ¿Por qué no dejaban de pedir y empezaban a producir? No era tan difícil, bastaba ser tan emprendedor como lo eran los Trías o los Roca del barrio de Pedralbes.
Una de las zonas humildes, la Barceloneta, era de toda la vida menos segura, menos cohesionada socialmente y, entre otras cosas, tenía ciertos problemas con el alcantarillado. Por este motivo en verano se producían muchas veces molestias por el olor. Así que el ayuntamiento utilizó el dinero de los impuestos en arreglar el alcantarillado del barrio.

Los ricos de la ciudad, entonces, dijeron que el alcantarillado de la Barceloneta era mejor que el de Pedralbes y que aquello era intolerable. Muchos dijeron en los medios de comunicación, de los cuales eran propietarios, que Pedralbes tenía dignidad y que si aportaba más dinero tenían derecho a más inversión, la misma proporción que aportaban a las cuentas del ayuntamiento. ¿Qué era eso de que los pobres de la Barceloneta tuvieran un alcantarillado nuevo mientras ellos tenían un alcantarillado viejo?

De nada servía que el ayuntamiento argumentara que los impuestos estaban para atender a las necesidades de todos lo barceloneses con independencia del barrio en que vivieran y el dinero de impuestos que hubieran aportado. Al fin y al cabo lo mismo pagaba un rico de Pedralbes que un rico de la Barceloneta, lo mismo pagaba un pobre de Pedralbes que un pobre de la Barceloneta. De nada servía.

Además, no todos los ciudadanos de Pedralbes eran ricachones, decían los ricos. El dinero salía de Pedralbes para gastarlo en barrios que nunca pagaban nada mientras que en el propio Pedralbes había gente con problemas... Eso no podía ser. De haber dinero en el ayuntamiento, antes estaban los pobres de Pedralbes que los pobres de fuera, para eso pagaba más Pedralbes que la Barceloneta.

Así que los ricos de Pedralbes presionaron lo suficiente y pusieron en contra del ayuntamiento a los ciudadanos de Pedralbes como para exigir que el barrio recogiera su propio dinero. De este modo, finalmente, Pedralbes consiguió que el dinero del ayuntamiento revertiera de nuevo sobre los ricos de Barcelona y que todo siguiera siendo como debía ser: Pedralbes el barrio pudiente de la ciudad y la Barceloneta el barrio humilde en el que “no paga ni Déu”, pero que enriquece las tiendas de los señores de Pedralbes.


Fuente: http://hermenauta.blogspot.es/1299096240/el-discreto-encanto-de-la-burguesia/